Mientras la expectativa por la posible reunión de los Gallagher crece en todo el mundo, Robbie Williams toma distancia del fenómeno y explica los motivos personales que lo alejan no solo de Oasis, sino de cualquier evento masivo.

Robbie Williams vive un momento vibrante en su carrera artística. El británico acaba de ser reconocido con el premio 'Icon' en los prestigiosos premios Ivors, y ha anunciado el lanzamiento de Britpop, su nuevo álbum que promete sacudir la escena musical. Este trabajo incluye la colaboración inesperada con Tony Iommi, guitarrista de Black Sabbath, en el sencillo Rocket. Sin embargo, más allá de su efervescente presente musical, Williams ha captado titulares por una declaración que sorprende a sus fans: no asistirá a la esperada gira de reunión de Oasis, ni a ningún otro concierto.

En una entrevista reciente con NME, Robbie fue tajante sobre su ausencia en los shows del grupo liderado por los hermanos Gallagher: “No me verán en ningún concierto de Oasis. De hecho, no me verán en ningún concierto en absoluto. Soy un agorafóbico funcional y feliz”. Esta afirmación pone sobre la mesa una realidad que lo ha acompañado durante años: la agorafobia. Entre 2006 y 2009, Williams atravesó una etapa difícil marcada por la ansiedad y el temor a los espacios abiertos. Aunque ha vuelto a los escenarios con fuerza, prefiere evitarlos como espectador.

Un artista que desafía etiquetas (y límites)

Pese a sus dificultades con los espacios públicos, el escenario sigue siendo su terreno natural. Y lo ha demostrado una vez más con el lanzamiento de Rocket, un tema cargado de energía que fusiona su estilo con el sonido inconfundible de Iommi. “¡Qué audacia la mía!”, dice entre risas, aún asombrado por haber sumado a una leyenda del heavy metal a su universo pop. “¡Que Dios me bendiga por tener las agallas, y que bendiga a Tony por sumarse!”.

Williams describe Britpop como un retorno a sus raíces, pero también como una forma de recuperar el control creativo. “Durante un tiempo fui demasiado cauteloso. No conducía mi propio coche, por decirlo de alguna forma. Ahora simplemente quiero hacer música que me guste a mí”, confiesa. Y fiel a su sentido del humor, añade: “Si el hedonismo incluye Jaffa Cakes o los frutos secos de Cadbury, estoy dentro. El resto, lo dejo para después de morir. Si no lo hago, me matará”.

Este nuevo disco verá la luz en otoño, acompañado de una gira que pasará por países como Irlanda, Francia, Alemania, España, Italia y Suecia. Robbie promete una experiencia escénica inolvidable, fiel a su estilo provocador: “El espectáculo irá de lo más ligero a lo más intenso, dependiendo de cuántas copas te hayas tomado”.

Una conexión inesperada con Soft Play

El verano pasado, Williams compartió escenario con el dúo británico Soft Play en Hyde Park, dando pie a una química musical que continúa creciendo. Desde entonces, la admiración mutua se ha hecho evidente. Soft Play fue el encargado de presentarlo durante los Ivors, y el gesto emocionó visiblemente a Robbie: “Estos chicos me conectan con mi yo de 14 años, ese que quería gritar, ser rebelde y sentirse cool. Ellos logran ser agresivos con ternura, y eso me encanta”, expresó con entusiasmo.

El afecto es mutuo. Isaac Holman, vocalista y baterista del grupo, comentó: “Robbie fue la banda sonora de gran parte de nuestras vidas. Y ahora es nuestro amigo. Lo amamos”. Laurie Vincent, guitarrista, no se quedó atrás y bromeó: “De niño, en el Volvo V70 de mis padres, no escuchaba otra cosa que a Robbie. Él es nuestro padre musical”.

Robbie, el eterno outsider que nunca se fue

Con su mezcla única de sarcasmo, autenticidad y carisma, Robbie Williams sigue siendo una figura fascinante del pop británico. En un mundo donde muchos artistas se mimetizan para complacer, él prefiere mantenerse al margen, fiel a sí mismo y sin miedo a decir lo que piensa. “Al menos me dejaron entrar… No estoy mirando desde fuera”, dice con ironía sobre su lugar en la industria.

Y con Britpop, una gira ambiciosa, la colaboración con Tony Iommi y su nueva amistad con Soft Play, queda claro que Robbie no necesita asistir a conciertos para ser protagonista. Él sigue marcando el ritmo, a su manera, desde el centro del escenario.