A pocos días de una votación clave en el Parlamento británico, más de 400 artistas alzan la voz para defender los derechos de autor frente a los riesgos del uso indiscriminado de sus obras por parte de sistemas de IA.

La industria creativa británica ha lanzado un grito de auxilio. Figuras como Elton John, Coldplay, Dua Lipa y Paul McCartney, junto a cientos de músicos, guionistas, escritores y actores, han unido fuerzas para exigir al gobierno británico un marco legal más estricto frente al uso de inteligencia artificial. ¿El motivo? Una ley en discusión que podría poner en jaque la autoría, el sustento económico y la integridad de las obras artísticas frente a las grandes tecnológicas.

El epicentro de esta nueva disputa está en una carta abierta enviada al primer ministro Keir Starmer. En ella, más de 400 figuras relevantes del arte y la cultura advierten sobre las consecuencias irreversibles que podría tener la nueva Ley de Datos si no se introducen cambios sustanciales. El texto, al que recientemente se han sumado Elton John y Coldplay, exige que el Parlamento obligue a las empresas desarrolladoras de inteligencia artificial a declarar públicamente qué contenidos protegidos han sido utilizados para entrenar sus modelos.

Elton John compartió el documento en sus redes sociales, reafirmando su postura de defensa a los derechos creativos con una petición directa: “Estamos pidiendo al gobierno que respalde propuestas que salvaguarden el copyright en la era digital”. La carta fue publicada como antesala a la votación de este lunes 12 de mayo en la Cámara de los Lores, donde se decidirá si se refuerzan las condiciones de transparencia y consentimiento en el uso de obras con derechos protegidos.

La inquietud de los artistas no se basa en un rechazo a la tecnología. Por el contrario, el manifiesto deja claro que no se trata de una guerra contra el progreso. La industria creativa británica, señalan, siempre ha estado a la vanguardia tecnológica. El problema, aseguran, es la falta de límites: permitir que gigantes tecnológicos, muchos de ellos con sede fuera del Reino Unido, utilicen libremente material artístico sin autorización ni compensación amenaza no solo la autoría, sino también la economía cultural del país.

“El copyright es el corazón que mantiene viva a la industria creativa”, afirma la carta. Con más de 2,4 millones de personas dependiendo de este sector para subsistir, los artistas consideran esencial que las nuevas reglas del juego incluyan medidas claras para evitar que su trabajo se convierta en materia prima gratuita para algoritmos empresariales.

La discusión que se avecina en el Parlamento no es solo legal, es ética y estructural. ¿Debe una obra artística formar parte del entrenamiento de una IA sin consentimiento? ¿Es justo que las empresas tecnológicas lucren con creaciones ajenas sin compartir beneficios ni reconocer autorías?

Mientras el Reino Unido se posiciona frente a una decisión histórica, los creadores piden una legislación que refleje los valores de respeto, transparencia y equidad. La enmienda impulsada por la baronesa Kidron ha logrado generar consenso en múltiples disciplinas artísticas, desde la música hasta el teatro y la literatura. Figuras como Ian McKellen, Kazuo Ishiguro o la Royal Shakespeare Company también respaldan la iniciativa.

En definitiva, los firmantes exigen una IA ética, donde el progreso no pase por encima de los derechos individuales ni del legado cultural. Porque, como concluye la misiva: “La primera responsabilidad de cualquier gobierno es proteger a su gente”. El lunes, todos los focos estarán puestos en Westminster, donde se decidirá si el Reino Unido quiere seguir liderando la cultura global o ceder su patrimonio creativo a manos invisibles.